Cuando destetar es un acto de amor. Fidel Romero Salord















Parece que hay dos caminos que recorren
la maternidad en direcciones opuestas
el adiestramiento implacable, tan eficaz como inhumano.
y la atención al deseo del niño tan querido en este foro.
Yo, que me encuentro más cómodo en el filo de la herejía
que en el regazo de los dogmas,
me planteo que a veces, no siempre, ni tampoco para todos
hay un momento en que los dientes permiten otros alimentos
el gateo marca una distancia
y un "no" a duras penas balbuceado abre
una grieta en el cálido abrazo materno.
y entonces, a veces, no siempre, ni tampoco necesariamente para todas
amar es renunciar a que el abrazo sea lazo
y que el bebé sea sólo "el bebé de su madre"
y la madre sea "todo-suya", y el yo materno sea "todo-su-yo"
y entonces, a veces, no siempre, quizás
alguien decide dejar de ser mamá-madre
y devenir mujer-madre
y tomar de nuevo completa posesión del pecho propio
y entonces, ojalá, no siempre, ni tampoco para todos
hay un hombre-padre que descubre que ha valido la pena aguardar
cuidando de la hembra y del nido
y acoge con amor el hijo generosamente entregado para llevarle desde el umbral de su
madre hacia el ancho mundo
y recibe el don de una mujer-mujer de carne y pecho.
y entonces, quizás, no siempre, no necesariamente
destetar sin urgencias ni demoras es un acto de amor
y el trago amargo de no ser imprescindible una entrega generosa
y renunciamos a las recetas mágicas, los consejos médicos y las normas universales para
asumir juntos con lucidez e incertidumbre,
la intensa aventura ser mujer y hombre, madre y padre.
 Fidel Romero Salor (foro “Crianza Natural” enero 2008)

El nacimiento como un laberinto. Pam England





El laberinto es un símbolo muy antiguo que aparece desde hace milenios en tierras tan diversas como Creta, Indonesia, Escandinavia, las Américas y Rusia. Se inscribe en la roca, en joyas o monedas, se pinta sobre cerámica, templos o manuscritos, y se realiza a gran escala mediante piedras en el suelo. 

Aunque un símbolo de por si nunca se deja explicar o interpretar por completo a través de las palabras, el laberinto se puede entender como un espejo o una metáfora del camino de la vida de los seres humanos – el viaje del alma, con todos sus retos, transformaciones, profundidades y descubrimientos.

El laberinto es especialmente útil para entender el viaje universal de cada rito de iniciación, toda experiencia en la cual dejamos una etapa de vida para iniciar otra, en la cual morimos simbólicamente para renacer con una nueva identidad, como el nacimiento, la pubertad, el paso de la adolescencia a la adultez, la maternidad, la menopausia, o la muerte, por nombrar algunas.

Si exploramos a través de distintas culturas las ceremonias que se crean para señalar esa transición de una etapa de vida a otra, típicamente encontramos tres fases secuenciales, fases que a la vez podemos ver reflejadas en el recorrido desde el umbral del laberinto hacia el centro y hacia fuera otra vez. (Aquí hablamos del laberinto en el que solo hay un camino posible para llegar al centro y salir otra vez – no tiene bifurcaciones ni caminos sin salida.)
Primero hay la fase de preparación, antes de cruzar el umbral para entrar en el laberinto. Se trata del momento en que se inicia el viaje, en el que rompemos con nuestra vida anterior y sabemos que nunca jamás seremos la misma persona. ¿Que es lo que estamos dejando? ¿A que vamos a dar a luz? Se necesita reflexión y preparación para el cambio importante que viene en nuestra vida.

Despues hay la fase de prueba, desde la entrada del laberinto hacia el centro. Esto supone un viaje a lo desconocido, una transición entre lo familiar y lo nuevo, en la cual embarcamos en una aventura para ir hacia nuestro centro más profundo, más allá de los limites de nuestra identidad anterior, una transformación profunda para renacer con una nueva identidad.

Por ultimo hay la fase de integración, el regreso desde el centro del laberinto hacia fuera. Es un camino necesario para recapitular todo lo ocurrido, para volver con una consciencia más amplia de quienes somos y para integrar este conocimiento en la próxima etapa de vida.

Cuando la comadrona y artista Pam England, creadora del programa de preparación al parto Birthing from Within, descubrió el símbolo del laberinto, le pareció una metáfora perfecta para el viaje psíquico y físico de una mujer durante el embarazo, parto y puerperio, y en seguida empezó a utilizarlo en sus clases para iniciar a mujeres embarazadas y sus parejas al rito de paso del nacimiento.

En estas clases, parejas embarazadas aprenden a dibujar su propio laberinto para personalizar ese rito de iniciación. Justo delante de la entrada al laberinto,  dibujan un símbolo propio de un umbral, una representación física del paso entre el mundo de la Doncella y el de la Madre, entre lo conocido y lo desconocido, lo mundano y lo sagrado, antes de adentrarse en el misterio del nacimiento.

Tambien dibujan dos huellas delante de su umbral para representar el momento actual en el cual están, en la fase de preparación, antes de que se pongan de parto y entren al laberinto. Delante de este umbral, es el momento de contemplar tus creencias, y las de nuestra cultura, sobre el embarazo, el nacimiento, los bebés, la crianza, el dolor, el amor, el instinto materno, el miedo a perder el control … Pregúntate: ¿estás soñando con un tipo de parto en concreto, un parto ideal? ¿O estas abierta a vivir y descubrir cada momento de este nacimiento con amor incondicional, sea como sea?

Preparada o no, cuando empiezan las primeras contracciones, o se rompen las aguas, serás proyectada a través de ese umbral invisible pero palpable y habrás entrado en el laberinto. Tal como el camino del laberinto, cuando caminamos por los primeros circuitos exteriores, largos y mas bien sencillos, durante la primera fase del parto puede haber etapas que evolucionan fácilmente, sin grandes cambios, por ejemplo durante las primeras horas o incluso días de contracciones espaciadas. De repente nos encontramos con una curva cerrada, un cambio de dirección imprevisto que es análogo a estos momentos inesperados y a veces desconcertantes que forman parte de cada parto y posparto. Te das cuenta que ahora no hay marcha atrás ni atajos para llegar al centro, al momento del nacimiento de tu bebé y el tuyo como madre.

Puede ser, tal como en un laberinto, que haya instantes en que te sientes perdida, no sabes cuanto has recorrido o cuanto falta para dar a luz, has perdido completamente la noción del tiempo. Dice Pam England: “Recuerda, en un laberinto, y cuando estas de parto, no hay nada que comprender, no tienes que ‘hacerlo bien’ para ganar amor o aprobación o para ser una ‘buena madre’… Haz lo mejor que puedas, tal como sabes en ese momento. Quiérete especialmente cuando estés perdida. Cuando no sepas qué hacer, vé paso a paso. Que sepas que llegarás al centro y volverás”.

La ultima trayectoria del laberinto tiene curvas cada vez más cerradas y sinuosas, y refleja la etapa más intensa del parto, en la cual es totalmente normal pasar por dudas o miedos importantes: dudas sobre si acabará, sobre si puedes, sobre si podrá salir tu bebé… Estás en la fase de prueba, tu iniciación, en la cual te ves desnuda con todas tus limitaciones y vulnerabilidad y estrategias mentales, y a la vez con tu poder y determinación y valentía.  El gran tesoro del viaje reside en tu forma única de entregarte a la intensidad y fuerza del proceso. “Cada mujer vive el misterio de su transformación física, psicológica y espiritual a su manera, tanto si da a luz en casa, en el quirófano, en el coche o en una cabaña en la selva” (Pam England).

En los grandes mitos, el centro es el lugar sagrado en donde cielo y tierra se cruzan, el lugar de la iluminación, cuando paras y dejas de luchar, un estado de gracia. Al final del viaje llegamos al centro, el momento cuando bebé, madre y padre nacen. Es como si se para el tiempo, estais en un lugar suspendido entre dos mundos. Los iniciados necesitan su tiempo para llegar, para adentrarse en su nueva vida.

El viaje del héroe, o de la heroína madre, no se ha acabado todavía. En un contexto social en el cual hay una enorme presión para volver a nuestra vida anterior – sin barriga, a retomar relaciones sexuales, a volver al trabajo – el laberinto en cambio nos recuerda que ya no somos la misma persona que antes, que no se puede precipitar la enorme transición del puerperio. Requiere su tiempo, poco a poco, para integrar la historia de tu parto y como lo viviste tú, para resituarte dentro de tu cuerpo cambiado, dolido al principio, para conocer a tu bebé y confiar en ti como madre, para adaptaros a la lactancia, a vuestra nueva realidad como pareja, o con amigos de antes, para acceptar la falta de sueño, para darte cuenta de que tus necesidades durante un tiempo pasan a un segundo plano, para integrar la muerte de la Doncella, y sentir las profundidades del amor quizas mas grande e incondicional de tu vida… ¿Cuanto tiempo puede durar el regreso?, preguntamos a parejas embarazadas. No estamos hablando aquí de meses, sino de la realidad de que hacen falta entre dos y tres años, después de un primer parto, para sentir que la mujer que eras antes y la madre que te has hecho se unen y se integran dentro del núcleo de tu ser, en la mujer-madre que ahora eres. ¡Bienvenida!

Nacimiento en éxtasis, parto orgásmico. Alejandro Jodorowsky


   Siglos de ideología masculinista han llegado a transformar el útero femenino en un nido pasivo e inerte, un lugar de sufrimiento. Toda mujer que haya reconquistado la integridad de su cuerpo ha experimentado la dimensión voluptuosa de la contracción uterina en el científicamente llamado “orgasmo útero anexial”.

  Después lo podrá experimentar en uno de esos partos orgásmicos que están siendo estudiados y que han comenzado ha ser descritos en nuestros días…Unas contracciones uterinas armoniosas son síntoma de salud, por tanto parir en éxtasis sería el colmo de la salud.

  Imaginemos por unos instantes lo que esta experiencia puede reproducir en el niño que está a punto de nacer:

“Las contracciones comienzan en el fondo del útero y van progresando hacia delante, como si fueran olas de un movimiento muscular impregnado de felicidad. El niño entonces coloca sus pues y su pelvis en medio de esta corriente con el deseo de dejarse llevar sin oponer resistencia. Poco a poco, las contracciones aumentan y el niño se integra con ellas como si formara parte de su propio esfuerzo. Las contracciones le impulsan hacia delante, incitándole a orientar su cráneo, todavía ovoidal, hacia los diámetros más holgados de la pelvis materna, para luego ir poco a poco deslizándose hacia el canal uterino. En esta total oscuridad bañada de un extático esfuerzo, su memoria celular le recuerda la existencia de la luz, y por medio de un movimiento ondulatorio que gira todo su cuerpo y ayudado por las contracciones maternas coloca su cabeza en dirección a esa luz que le espera. Una marea de oxitocina, la también llamada hormona del amor maternal, provoca una relajación de los ligamentos existentes entre las dos mitades del arco púbico, facilitando así el descenso. La boca del bebé, roza como en un beso, las paredes entre las cuales se mueve en espiral. El niño detrás de sí el líquido amniótico, que del alimento que era, se convierte en un lubrificante que le permite deslizarse con más facilidad. Así, el bebé puede ya girar la cabeza, lo que le evita golpeársela con las protuberancias del hueso sacro. Este último giro le permite frotarse contra las paredes de la vagina, fricciones que estimulan, entre otros, su sistema urinario, gastrointestinal y respiratorio. Las últimas contracciones, que son las más fuertes, alrededor de su tórax, le ayudan a vaciar el líquido contenido en su estómago y comenzar a respirar. Con toda la alegría que genera el trabajo bien hecho, el niño entra al mundo. Su primer contacto con el oxígeno no es doloroso ni forzado, sino que se lo va aportando el cordón umbilical que aún late y que algún médico o una enfermera no van a cortar antes del momento preciso. El agua matricial le unen a la madre, y la luz que el niño descubre al nacer y las primeras bocanadas de aire que respira le ligan al padre, que es aliento y el sol… Estos nacimientos extáticos son característicos de dioses, héroes, reyes y profetas... Todo nacimiento se fundamenta en ese deseo de nacer en medio de una felicidad plena.”


"Los padres como maestros".Borja Vilaseca.

Para poder criar a nuestros hijos, antes debemos emanciparnos emocionalmente de nuestros padres.


  Cuenta una historia que unos padres entregaron unas monedas a su hijo. No se sabe cuántas eran ni tampoco si estaban hechas de oro, de plata o de cobre. Y el joven, indignado, les gritó: “¡Estas no son las monedas que me merezco! ¡Qué injusticia!”. Seguidamente pegó un portazo y salió de casa de sus padres con el corazón inundado de dolor.

  Durante años, la lucha, el conflicto y el sufrimiento marcaron la vida de aquel joven. Sin monedas se le hacía muy difícil vivir. Por eso decidió ir a buscarlas a otra parte. Creyó que aparecerían al iniciar una relación de pareja. Poco después se casó, pero ni rastro de las monedas. Más tarde tuvo su primer hijo. “Seguro que las tiene él”, pensó. Un par de años más tarde confirmó que no era así. Movido por su tozudez, tuvo un segundo hijo. Pero las monedas tampoco estaban ahí.

  Casado y con dos hijos, no conseguía llenar su vacío. Su vida carecía de sentido. Y seguía sufriendo. Hacia los cuarenta años, el protagonista de esta historia decidió buscar un terapeuta. Tras un profundo proceso de autoconocimiento, finalmente se liberó del dolor y por fin vio con claridad dónde estaban las monedas. Con lágrimas en los ojos, volvió a casa de sus padres, pidió disculpas y les agradeció todo lo que habían hecho por él. Y entre abrazos les pidió que, por favor, le devolvieran las monedas: “Ahora sé que son las que necesito para ser feliz y seguir mi propio camino”. Al salir de casa de sus padres y despedirse cariñosamente de ellos notó cómo la lucha, el conflicto y el sufrimiento comenzaron a despedirse de él. En el momento en que aceptó, tomó y agradeció las monedas de sus padres, se reconcilió consigo mismo y con la vida.





"Depender de la aprobación de nuestros padres dificulta que seamos libres para seguir nuestro propio camino”
 
  Este cuento, inspirado en el libro ¿Dónde están las monedas?, de Joan Garriga, ilustra el camino que todos podemos elegir para resolver parte de nuestros conflictos internos. No en vano, la sombra de papá y mamá es alargada. Y esconde alguno de nuestros peores temores y se nutre de las heridas que más nos cuesta curar. De ahí que muchos adultos se hayan distanciado emocionalmente de sus padres.

  Debido a nuestra falta de madurez, los hijos solemos culpar a nuestros progenitores por el tipo de inseguridades, carencias y frustraciones que arrastramos desde la infancia y que se acentuaron durante la adolescencia. Y en definitiva, les negamos nuestro cariño porque ellos no nos quisieron como nos hubiese gustado. Sería maravilloso que todos los padres amaran a sus hijos como estos necesitan. Pero no es así. ¿Cómo nos van a querer nuestros padres si no saben apreciarse a sí mismos?

  Nuestros padres y madres, antes de esa condición, son seres humanos. Y tienen sus propias heridas. Nos quejamos de nuestra mochila emocional cuando en general ellos cargan con una maleta bastante más pesada. Nuestros progenitores lo han hecho lo mejor que han sabido. Esta es una lección de la vida que muchos aprendemos demasiado tarde. Normalmente cuando nos convertimos en padres y comprendemos lo desafiante y agotador que puede ser educar a un hijo. De pronto recordamos que de un día para otro dejaron de ser los protagonistas de sus propias vidas.


"Emanciparse emocionalmente de nuestros padres consiste en cortar definitivamente el cordón umbilical que nos mantiene atados a ellos."

  Depender de su aprobación dificulta que seamos libres para seguir nuestro propio camino en la vida. No en vano, convertirse en una persona adulta implica haber resuelto nuestros traumas de la infancia. El hecho de que sigamos en guerra con nuestros progenitores pone de manifiesto que seguimos sin sentirnos en paz con nosotros mismos. Por eso se dice que la adolescencia se sabe cuándo empieza, pero no cuándo termina.

  Dejar de esperar algo de nuestros padres, incluyendo que nos acepten, que nos apoyen y que nos quieran. Así es como empezamos a aceptarnos, apoyarnos y querernos, fortaleciendo la autoestima y confianza en nosotros mismos. El indicador más fiable de que hemos conquistado la madurez emocional es que estamos agradecidos por todo lo que hemos recibido de nuestros padres. O, mejor dicho, por el aprendizaje derivado de cómo se han relacionado con nosotros. Es cierto que hay hijos que han heredado falta de afecto, malos tratos e incluso deudas. Sin embargo, el viaje de la emancipación implica comprender que en cada problema o adversidad se esconde un aprendizaje oculto, que es precisamente el que necesitamos para conocernos y saber verdaderamente para qué estamos aquí.

  Al comprender y perdonar los errores de nuestros padres, nos liberamos de ellos. A partir de entonces, al mirar hacia atrás solo vemos gratitud. Y cada vez que caminamos hacia delante, nuestro corazón se llena de confianza. El primer paso para transitar esta senda consiste en cuestionar la manera en la que hemos interpretado nuestra historia familiar. Y seguir cuestionándola hasta que consigamos poner en orden el lugar de donde venimos, aceptando, valorando y agradeciendo de corazón las monedas que en su día nos entregaron.

Te Mexicano de Chocolate y Canela para el Parto.


Té Mexicano de Chocolate y Canela para el Parto

Adaptado de Naolí Vinaver

Este té es ideal para ser bebido generosamente durante el trabajo de parto. Ayuda a calentar, estimular, relajar y a la vez energizar el cuerpo de la mujer. La matrona, así como el compañero pueden tambien beber del té.
Para disfrutar de un dulce y tibio trabajo de parto...


RECETA:
Se pone a hervir 1 litro de agua y se le agrega, dejando hervir durante 15 minutos:






*2-3 ramas de canela.
*Un buen trozo de chocolate, tan puro como sea posible.
* pimienta negra.
*1-2 ramas de romero, de preferencia fresco pero puede ser seco.
*Azúcar morena a gusto, o bien miel agregada a la taza antes de beber.
Ingredientes opcionales para aumentar el efecto de las contracciones:
Jengibre fresco en rebanaditas.
1-2 cucharaditas de pimentón rojo en polvo.
Orégano, albahaca y tomillo (media cucharadita)




Este té puede asimismo beberse para estimular el comienzo del trabajo de parto en casos en que la edad gestacional se aproxime a la semana 42.

" Dar a luz desde dentro"

Dar a luz desde dentro

Adaptación del poema " Invitation"  de Oriah Mountain


No me interesa cuantos libros sobre el parto has leído.
Quiero saber si oyes lo que susurra tu bebé dentro de ti mientras estás despierta en la cama por la noche.

No me interesa quien eres o de donde vienes.
Quiero saber si la auténtica madre guerrera se despertará cuando des a luz a tu bebé con todo lo que tienes.

No me interesa si tienes un plan de parto o donde quieres dar a luz.
Quiero saber que enfrentarás tu parto con la mente y el corazón abiertos.
Quiero saber si puedes entregarte al viaje que tienes que hacer para parirte a ti misma como madre.

No me interesa si das a luz en silencio o con rugidos de una leona.
Quiero saber si estás dispuesta a hacer todo lo que hace falta para parir a tu bebé, sin dar importancia a como te veas,  o a lo que los demás puedan pensar.
Quiero saber si estás dispuesta a viajar a lo más profundo dentro de ti y atravesar lo desconocido.

No me interesa si te dan puntos o no.
Quiero saber que está pasando con tu alma.
Quiero saber si puedes agradecer cada movimiento de tu cuerpo sudado y dolido.
Y saber que has hecho una cosa maravillosa y milagrosa.

No me interesa como alimentas a tu bebé.
Quiero saber si estás dispuesta a nutrir a tu bebé desde lo más profundo de tu alma y con amor incondicional.
Quiero saber si en la oscuridad de la noche
Podrás levantar tus huesos y tu espíritu cansados
Y hacer lo que hay que hacer para cuidar de tus hij@s.
Quiero saber si estás dispuesta a dejar tus juicios e ideales de la madre perfecta
para entregarte a tu corazón y a tu útero
para amar a tu bebé a pesar de que duela.