" Silencio, estamos de parto"


El nº 4 de la revista  Madre Tierra online (pinchar aqui para acceder nos ofrece un “Especial Parto” con 60 páginas de entrevistas a expertos como Michel Odent, historias íntimas, experiencias de partos muy distintos -gozosos o dramáticos, domiciliarios u hospitalarios- y, sobre todo, el proceso de aprendizaje de otras mujeres 




Existimos como humanidad porque siglo tras siglo, año tras año, día tras día, las mujeres hemos parido niños que nos han ido asegurando  el futuro del ser humano como especie.  Da la sensación, dicho así, que un proceso tan antiguo, que además es fisiológico, debería ser algo fácil, conocido y respetado. Pero no lo es.
Leo historias de partos, escucho partos de labios de sus protagonistas, vivo partos y, a menudo, demasiado a menudo, esas historias están teñidas de un dolor que nada tiene que ver con las contracciones. El dolor de dejar de sentirse mujer, persona, la angustia de perder el poder para dárselo a quien, con palabras suaves casi siempre, bruscas en ocasiones, les dicen a las mujeres de parto que no saben, que no pueden. Que para su bien y el de su pequeño -sobre todo por el pequeño que está por nacer- deben dejarse hacer. Y quién no va a dejarse hacer, cuando lo que se plantea es el bienestar de su hijo.
Ahora parece que pedir un parto natural está de moda, pero un parto natural no es una moda, es un derecho y los hospitales corren a ponerse al día y nosotras tras ellos para poder tener un parto fisiológico en un centro hospitalario.
Así se crean espacios de un color no tan blanco, aparecen las pelotas de dilatación y los fulares para colgarse mientras haces pujos, se hacen protocolos de parto natural y se pasan videos a las madres embarazadas enseñándoles las nuevas instalaciones. Pero los profesionales se han olvidado de un pequeño detalle: de ellos, de su forma de actuar. Cambiar es difícil, la fuerza de la costumbre, nadie va a negar eso.
Son tan pocas las cosas que una mujer de parto necesita que parece absurdo que todavía no hayamos conseguido volver a lo que fue. Necesitas silencio, que no te interrumpan con preguntas ni conversaciones, luz tenue, un ambiente cálido y sentirte segura.
Una mujer de parto debería poder moverse con libertad y escoger la postura que le parezca cómoda para parir, que ciertamente no es tumbada. Ninguna de las cosas que necesita tiene un coste elevado, tal vez por eso sea tan difícil conseguirlo.
Alguien debería ponerle precio al silencio, de ese modo entraría en el pack de pelotas, fulares y piscinas.
Una embarazada, una mujer de parto es algo sagrado, es una Diosa porque lleva en ella la vida y eso es un milagro, un milagro que ocurre una y otra vez, y en vez de maravillarnos de ese poder y disfrutar de ese maravilloso espectáculo, como asistentes admirados, muchos se empeñan en seguir siendo protagonistas de un momento en el que no son más que títeres. Está bien disponer de la ciencia, en ocasiones nos salva la vida, pero dejémosla sólo para cuando sea necesaria.
Parir en casa no debería ser la única opción cuando el deseo de la familia es un parto respetado. Es trabajo de todos aportar nuestro granito de arena paraconseguir un futuro en el que, en casa o en el hospital, las madres hablen con agrado de ese momento sagrado que hoy muchas sienten que les ha sido robado.
Raquel Tasa
madre, asesora de lactancia, doula en formación, puericultora y bloguera.






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